martes, 18 de octubre de 2011

Prueba google docs


  La técnica utilizada para el trabajo fue la Búsqueda de una palabra disparadora al azar. En este caso la palabra fue “Usted”, a partir de la cual salieron los siguientes conceptos relacionados a la misma: Hombre, Formal, Corbata, Profesional, Superior, Oficina, Hombre Mayor, Maletín, cliente, Reunión, Encuentro, Zapatos, Subte, entre otras. 
  A partir de Formal, Corbata y Oficina; salió el contexto físico donde está el personaje. Y de las demás características, salieron los rasgos de personalidad del personaje, que cobra más vida e interés con la intervención de un hecho poco común: la atracción sentimental que tiene por uno de los objetos que hay en su oficina: la cinta Scotch.




miércoles, 14 de septiembre de 2011

Prueba 2


  La técnica utilizada para el trabajo fue la Búsqueda de una palabra disparadora al azar. En este caso la palabra fue “Usted”, a partir de la cual salieron los siguientes conceptos relacionados a la misma: Hombre, Formal, Corbata, Profesional, Superior, Oficina, Hombre Mayor, Maletín, cliente, Reunión, Encuentro, Zapatos, Subte, entre otras. 
  A partir de Formal, Corbata y Oficina; salió el contexto físico donde está el personaje. Y de las demás características, salieron los rasgos de personalidad del personaje, que cobra más vida e interés con la intervención de un hecho poco común: la atracción sentimental que tiene por uno de los objetos que hay en su oficina: la cinta Scotch.



UN AMOR TRANSPARENTE

   Norberto es un hombre de 40 años. Trabaja en la oficina de una compañía multinacional, ubicada en el microcentro, como supervisor de la parte de auditoría. La mayoría del tiempo está encerrado en su oficina corrigiendo informes que le dejan sus subordinados para chequear. Con sus empleados no tiene más contacto que en la reunión semanal en que se hace un balance y se presentan nuevos proyectos de trabajo. Durante las mismas, Norberto se limita a mostrar su aprobación o desaprobación, asintiendo o negando con la cabeza, mientras se tira del nudo de la corbata intentando aflojarla un poco pero sin desarmarla.
   El resto del tiempo se encuentra encerrado sólo en su oficina, pequeña y con sólo un escritorio de madera con varios cajones. Sobre el mismo hay un portalápices con varias biromes. Mientras corrige los informes impresos con birome en mano, Norberto va mordiendo la punta de la lapicera; aunque en realidad, lo que muerde es una acumulación de rollitos de cinta Scotch pegados en la punta de la misma. Cada tanto va cambiando la birome, y cada vez agrega más pedazos de cinta logrando un gran relieve en el extremo superior de las mismas. Aquella no es cualquier cinta, es de marca Scotch, que tiene estampado cuadrillé en el carretel, y le evoca los recuerdos más gratos y a la vez más tristes de su adolescencia. El motivo que lleva el carretel es exactamente el mismo que tenía la pollera de uniforme colegial en la secundaria a la que él iba. Por eso, no puede evitar acordarse de su amor de la secundaria, ese amor imposible que lo vio solo como una amistad.
  Hoy en día, ese recuerdo lo deja con una sensación agridulce, pero él sabe que siempre tendrá a Cintia, la cinta scotch, para evocarle los sentimientos que él mismo había dado por muertos en la secundaria. Cintia nunca lo traicionaría ni le sería infiel. Es por esto mismo que siempre lleva un rollo en su bolsillo y, por lo mismo, tiene 3 cajones llenos de la misma cinta, ocupándose siempre de reponer cada uno de los rollos ya utilizados.
  Cada día, al salir de su oficina, Norberto toma el subte para regresar a su casa en Núñez. Se va hasta la estación Catedral, inicio de la línea D, y espera el tiempo que sea necesario ahí para asegurarse un asiento en el tren. Una vez sentado, saca de su maletín el diario La Nación del día y lo despliega. Cuando una noticia le resulta interesante, saca de su bolsillo un rollo de Cintia y lo pega en el tope de la página como señalador. De esta manera viaja todos los días hábiles entre la estación Congreso de Tucumán y Catedral, tanto en la ida como en la vuelta.
  Lo único que varía mínimamente son los días en los que espera mucho tiempo por un asiento. En esos días le manda un mensaje a Patricia, su mujer, indicándole que está retrasado. Cuando llega a su casa mantiene una rutina sagrada junto a Patricia hasta la hora de la cena. Ambos se sientan en un sillón frente al televisor para ver Animal Planet, canal del cual ella es fanática debido a su profesión como veterinaria en el Zoológico de Buenos Aires.
  Un jueves, esta rutina se ve alterada. Norberto llega a su casa, saluda a su mujer y se sienta en el sillón, donde Patricia ya está esperándolo. El televisor, en este caso, está apagado; cuando él se mueve para agarrar el control remoto, ella lo detiene: “Esperá Norberto, tengo que decirte algo”. Norberto vuelve a su posición inicial en el sillón aunque con la mirada clavada en la de su mujer, un sudor frío corre por su espalda. “¿Qué pasó?” responde Norberto. Patricia le sostiene la mirada con los ojos llenos de lágrimas.
  –Estoy en cinta.
  Norberto, después de unos segundos de permanecer inmóvil, se acerca hacia ella emocionado exclamando. “¡Ay Cintia, qué noticia tan positiva!”.
  Las lágrimas en los ojos de Patricia caen ahora sin control, pero no menciona el hecho de que su marido haya nombrado a una Cintia. Norberto por su lado, parece no haber notado el desliz que tuvo. La mujer se levanta de golpe y se encierra en la habitación por un momento. Aquel nombre le resuena en la cabeza. Cintia. Cintia. ¿Quién podría ser Cintia?
  Desesperada, revisa en los bolsillos de los sacos de su esposo, en cajones, cajas, cajitas; pero no encuentra nada que le dé una pista sobre esa tal Cintia. Para cuando Norberto toca la puerta preguntándole si se encuentra bien, Patricia ha dejado todo en orden y simula que nada ha pasado, llevándolo nuevamente al living para ver el programa de tv.
  Al día siguiente, Norberto sale de su casa respetando su rutina, camino a la oficina. Patricia no. Por el contrario, se ausenta en el Zoológico reportándose enferma, y decide seguir a su marido para descubrir con quién la estaba engañando. Aprovecha que Norberto se encuentra en su reunión semanal para hurgar en su pequeña oficina. Va directamente a los cajones del escritorio, esperando encontrar alguna agenda o algún dato concreto, pero en cada uno de los cajones solo había cintas Scotch. Algunas tienen escrito con marcador indeleble Cintia Scotch. Patricia no entiende nada. “¿Le regala cintas?” se pregunta. Luego, mira a la mesa. Allí solo ve el lapicero con sus respectivas lapiceras forradas en cinta. Encuentra un cuaderno y lo revisa: en cada una de las hojas tiene dibujado un gran corazón con los nombres Cintia Scotch y Norberto Busaniche escritos en el medio.
  De repente, Norberto entra en la oficina, mordiendo su lapicera forrada en cinta Scotch. Patricia está horrorizada.
 –¡Norberto! –dice Patricia tartamudeando y mostrándole los cajones– ¿qué es todo esto? ¿Quién es Cintia?
  Norberto intenta explicarle, aunque no le sale ninguna palabra con coherencia. Patricia no para de gritar.
  –Es… es la cinta, Patri, la Cintia Scotch.
  –¡¿Acaso crees que soy hueca, Norberto?! ¿Me voy a creer que me engañás con una cinta Scotch?– pregunta, furiosa, Patricia. Agarrando de a dos o tres cintas y tirándoselas en la cara. –Decime ya mismo con quién me estás engañando, no te vas a despegar de esto tan fácil, Norberto!!
  Patricia siguió atacando a Norberto con cintas fuera de la oficina, y todos los empleados se pusieron en alerta. “¿Llamamos a seguridad?” le preguntó un empleado a Norberto, tratando de esquivar los golpes de las cintas. Norberto asintió con la cabeza.
 Para cuando llega la policía al lugar, entre todos habían amarrado a Patricia en una silla y le habían tapado la boca con cinta Scotch, ya que nadie soportaba sus gritos. Luego de la intervención policiaca, el oficial lo aparta a Norberto para hablarle.
  –Esta mujer, Patricia Hernández alega ser su esposa, y lo denuncia a usted por adulterio.
  – ¡Está loca, oficial!– le responde Norberto. –¿Me dijo que se llama Patricia? Por favor, mi esposa se llama Cintia, Cintia Scotch, la conozco desde la secundaria!
  – ¿Tiene usted cómo probarlo?
  – ¡Por supuesto! En casa tengo todos los papeles.
  – En las próximas horas le llegará una citación para declarar. Buenas tardes.
Una vez sólo, en su oficina, Norberto toma de su bolsillo la única cinta que le ha quedado sana y salva. La abraza, la besa y susurra románticamente “Te amo, Cintia”.

Fin.


Prueba de video